Estas notas provienen de un capitulo del libro El Cerebro Accidental de David Linden. La propuesta que hace el autor es la siguiente: El cerebro es el resultado de muchas "partes" unidas una sobre la otra en el proceso de evolución. Los siguientes fragmentos del libro exponen un ejemplo de que este proceso dio como resultado un cerebro con errores.
No puedo hacerme cosquillas a mí mismo
Es de todos sabidos que uno no pude hacerse cosquillas a sí mismo. Cuando los investigadores del university collage de Londres, colocaron las cabezas de los sujetos que participaban en su experimentos dentro de una maquina capaz de obtener imágenes de actividad cerebral, y les hicieron cosquilla, descubrieron que aparecía una fuerte activación en la región cerebral que intervienen en la sensación del tacto, la llamada corteza somato sensorial, y en cambio ninguna activación significativa en el cerebelo. Cuando se les pidió a los participantes en aquel mismo experimento que trataran de hacerse cosquillas en la misma parte del cuerpo donde antes se les habían hecho, se vio que en el cerebelo había un punto de activación y una actividad reducida en la corteza somato sensorial. La interpretación de este experimento es que las ordenes de activar los movimientos de las manos cuando los sujetos se hacían cosquillas a sí mismos formaba una predicción de la sensación esperada y enviaba señales de esta predicción a fin de inhibir la corteza somato sensorial, la cual casi no se activaba y quedaba por debajo del umbral necesario para sentir una sensación similar a las cosquillas.
Resulta interesante señalar que algunos seres humanos que padecen lesiones en el cerebelo no son capaces de generar predicciones de las sensaciones esperadas, y por ellos, pueden hacerse cosquillas a sí mismos.
Cuando me golpean, yo golpeo más fuerte
Los mismos investigadores también hicieron un experimento sencillo para explicar la intervención del cerebelo en la escalada de represalias.
Pusieron a dos sujetos adultos frente a frente, hicieron que cada uno de ellos colocara su dedo índice, con la palma de la mano levantada, en una cavidad hecha a medida, dejaron una pequeña barra de metal y la colocaron ligeramente encima el dedo de cada sujeto. La barra estaba equipada con un censor que media la fuerza que se ejercida cada vez que el dedo del sujeto la presionaba. Ambos sujetos se les dieron las mismas instrucciones: responder cuando les tocara el turno, con un golpe dado con un dedo que tuvieran exactamente la misma fuerza que el golpe recibido. Además, ninguno de los sujetos conocía las instrucciones que el otro había recibido.
Pese a las instrucciones explicitas para que hicieran lo contrario, cuando los sujetos se turnaban pulsando, ante la presión ejercida por el otro, la fuerza aplicada siempre se intensificaba de manera extraordinaria, al igual que sucede en los partidos de las escuelas o en las peleas en los bares. Cada persona juraba que no hacia más que igualar la fuerza aplicada por el golpecito del otro. Cuando se les pedía que adivinaran las instrucciones dadas a la otra persona, cada uno de los sujetos decía que al otro le habían dicho que respondiera cada vez más fuerte.
No puedo hacerme cosquillas a mi mismo, por eso cuando me golpean yo golpeo mas fuerte
Porque razón sucede esto? Hay varias pistas que apuntan a la respuesta. En primer lugar, no se trata de algo específico, relacionado con una situación social concreta. Cuando se pide a una persona que iguale la fuerza del golpe que le han dado con la yema de un dedo, incluso si quien golpea es una máquina, el sujeto responde generalmente con una fuerza mayor.
La interpretación que cabe dar es análoga a la ofrecida en el caso del sujeto que trata de hacerse cosquillas a sí mismo: el cerebelo recibe una copia de las órdenes para producir el golpecito con el dedo, órdenes que son proporcionales a la fuerza aplicada. Eso crea entonces la predicción de la sensación esperada, que se envía a la corteza somato sensorial para que inhiba las sensaciones de reacción que provienen de la yema del dedo mientras dura el golpe. Para superar esa inhibición, el sujeto presiona más fuerte a fin de igualar la fuerza que ha percibido en el último toque, intensificando de este modo la potencia aplicada.
Conclusión
Por tanto en la mayoría de las situaciones, el circuito cerebral que nos permite prestar una atención menor a las sensaciones que resultan del movimiento autogenerado y una atención mayor al mundo es un mecanismo útil.
Pero esta característica tiene un precio, se trata de un fallo común en el diseño del cerebro. La mayoría de los sistemas como, por ejemplo la inhibición de las sensaciones, procedentes del movimiento autogenerado están siempre en funcionamiento. No pueden desconectarse aunque su acción sea contraproducente. El cerebro no tiene la capacidad de apagar este circuito, por esto quizas muchos niños de ocho años que regresan a casa con un ojo morado dicen a su madre que el otro les pego más fuerte.
Pero esta característica tiene un precio, se trata de un fallo común en el diseño del cerebro. La mayoría de los sistemas como, por ejemplo la inhibición de las sensaciones, procedentes del movimiento autogenerado están siempre en funcionamiento. No pueden desconectarse aunque su acción sea contraproducente. El cerebro no tiene la capacidad de apagar este circuito, por esto quizas muchos niños de ocho años que regresan a casa con un ojo morado dicen a su madre que el otro les pego más fuerte.
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